Ocupa parte de la península Balcánica y las islas del Egeo, en el Asia Menor.Considerada la cuna de la civilización occidental, abarca el período desde la Edad Oscura de Grecia, sobre el 1.200 a.c., junto con la invasión dórica, hasta el año 146 a.c. en que Roma conquista Grecia tras la batalla de Corinto.
La civilización de los antiguos griegos ha sido enormemente influyente para la lengua, la política, los sistemas educativos, la filosofía, y algunos de los másimportantes principios de las matemáticas y la ciencia.
Los antiguos griegos hicieron importantes contribuciones a la Astronomía, entre ellas, la definición de magnitud.
La civilización griega fue básicamente marítima, comercial y expansiva. El componente geográfico jugó un papel crucial, las características físicas del sur de la península de los Balcanes, por su accidentado relieve, dificultaban la actividad agrícola y las comunicaciones internas, y por su dilatada longitud de costas, favorecieron su expansión a ultramar.
Su historia permite fijar el comienzo de la ciencia griega en el siglo VI a.c., en el que las relaciones mercantiles con Egipto, Babilonia y Fenicia dieron lugar al intercambio de conocimientos científicos.
La Astronomía va en este momento a alcanzar un nuevo estadio de desarrollo. Se produce con Grecia un cambio de los paradigmas anteriores, el reemplazo de la mitología por modelos del mundo en que la naturaleza se gobierna por sus propias leyes, y una aproximación a la realidad, a través de la geometría, elaborando modelos cosmológicos del mundo, cambiando el modo de observar y calcular, no mera observación, ni mera aritmética babilónica.
El cambio, si bien no repentino, se encuentra esencialmente marcado por la gran cantidad de documentación escrita que nos llega. Esta ha permitido reconstruir la evolución del pensamiento astronómico griego desde los primeros cosmólogos, que sentaron las bases del conocimiento astronómico del mundo occidental, hasta el Renacimiento y la revolución copernicana.
Es importante tomar consciencia de que la Astronomía de la Antigua Grecia en su primer momento, en tiempo estamos entre el 700 a.c. al año 300 de nuestra era, no involucraba a la Física. De hecho, los astrónomos griegos buscaban solamente describir el firmamento, en tanto que un físico griego perseguía la verdad física.
En cambio las matemáticas ofrecían a los griegos una manera de describir, así que la Astronomía durante esos mil años puede decirse era una de las ramas de las matemáticas.
Hoy en día, indudablemente, el estudio de la Astronomía requiere en sí mismo extensos conocimientos de ambas ciencias, matemáticas y Física.
En los primeros días de la historia griega se siguió considerando la Tierra como un disco en cuyo centro se hallaba el Olimpo y en torno suyo el Okéanos o mar universal. Pero poco a poco fue ganando terreno la imagen esférica de la Tierra. Esto es así. Pese a la creencia común, los griegos sabían de la redondez y la esfericidad de la dimensión que habitaban.
Entre las pruebas que dejan esta constancia pueden señalarse, la observación de las naves en su aproximación a la costa, el hecho de que la sombra terrestre que cae sobre la Luna en los eclipses es siempre circular (en teorías de Aristóteles, 384-322 a.c.) o la diferente altura de los astros sobre el horizonte al observarlos simultáneamente desde distintos lugares (no se ven las mismas constelaciones en el norte del Mediterráneo que en el sur, por tanto sabían su superficie es efectivamente esférica).
Las antiguas teorías griegas sobre el movimiento planetario no eran intentos estrictamente técnicos para correlacionar una serie concreta de observaciones de modo ‘científico’.
Los filósofos griegos eran partidarios de un enfoque más amplio. Sobre la base de observaciones preliminares, un astrónomo podía formular un esquema de movimiento planetario que explicase los datos disponibles en aquel tiempo, pero para que ese esquema tuviera un valor permanente, no bastaba su apoyo o acuerdo con todas las observaciones subsiguientes, sino que, además, debía ajustarse con otras ideas filosóficas o teológicas.
Por lo señalado hasta aquí, cabe inferir que, básicamente, la Astronomía estaba casi exclusivamente relacionada con el registro del tiempo y los calendarios. Es natural que eventos astronómicos tales como el ‘día’ conformase un período natural de tiempo, como que las fases periódicas de la luna marcasen la siguiente extensión natural de tiempo, proporcionaron los métodos básicos de medición del tiempo aún hacia el 700 a.c.
Otro importante periodo de tiempo, el 'año', fue más difícil de determinar en términos de meses, pero, un conocimiento de la duración aproximada del año era vital para la producción de alimentos por lo que había que encontrar un esquema. Los campesinos de la época habrían basado sus estrategias de siembra en la aparición y desaparición de las constelaciones, es decir, el momento en que ciertas constelaciones empiezan a verse en el horizonte justo a la puesta del sol o en el que dejan de verse justo antes del amanecer.
Las observaciones astronómicas tenían como fin primordial el diseño de un calendario que fuera útil para sus diversas actividades.
La Literatura y la Filosofía griegas indiscutiblemente resultaron ser el germen de la Astronomía, desde la perspectiva de toma de consciencia de la importancia de los astros para sus actividades cotidianas y, sólo por ello, la necesidad de estudiarla.
Son ejemplos algunas de las grandes obras de la literatura universal, como La Odisea (Homero, s.VIII a.c.) en que se hace referencia a constelaciones como la Osa Mayor y Orión, siguiendo sus barcos como guía a las estrellas.
En otra obra, Los trabajos y los días (Hesíodo. 700 a.c.), informa sobre las constelaciones que salen antes del amanecer en diferentes épocas del año e indican el momento oportuno para arar, sembrar y recolectar.
'... cuando las Pléyades nazcan es tiempo de usar la hoz, pero el arado cuando se estén poniendo, cuarenta días permanecen alejadas del cielo; cuando Arturo surja del mar y, elevándose al ano-checer, permanezca visible la noche entera, las uvas deberán ser podadas; pero cuando Orión y Sirio lleguen a la mitad del cielo y Aurora la de rosados dedos vea a Arturo, las uvas deberán ser recogidas; cuando las Pléyades, escapando de Orión, se sumerjan en el oscuro mar, pueden espe-rarse tormentas; cincuenta días después de que el sol da vuelta es el momento oportuno para que el hombre navegue; cuando Orión aparece, el regalo de Deméter debe ser traído al suelo liso y bien trillado.'
Grecia deja en el tiempo nombres de autores, artistas, pensadores que fijan cánones por los que civilizaciones se rigieron y nos regimos. Por esta razón a continuación se reflejará la evolución de la Astronomía griega a través de aquéllos cuya obra o estudio permite dar cronología a tal desarrollo.
Los aportes más grandes de la Astronomía Griega inicial se asocian con los nombres de dos filósofos, de los que no llegan escritos.
Son, Tales de Mileto, hacia el 600 a.c., se hizo famoso por predecir un eclipse, si bien no tenía conocimientos avanzados en Astronomía, llevó al mundo griego los conocimientos matemáticos de Egipto y parte de la Astronomía babilónica, si bien introduce la especulación científica, intentando construir un modelo teórico del Universo circundante, y, a su vez el impulso de mejorar la Astronomía de la época.
Y Pitágoras, 500 a.c. realizó varios adelantos importantes. Uno de los más destacados es proponer una Tierra con forma esférica, quizás más por la idea de la perfección de la esfera, dado que para él la base de todas las cosas estaba en los números, configurando un cosmos de orden racional y armónico, que por razones científicas.
También reconoció que la órbita de la Luna estaba inclinada hacia el ecuador de la Tierra y fue uno de los primeros en reconocer a Venus como planeta, y no como dos estrellas diferentes (vespertina y matutina).
Una idea importante en la filosofía pitagórica que se ha conservado en el tiempo es que todos los fenómenos complejos deben poder reducirse a otros más simples. Pitágoras, creía así que la tierra, el sol, la luna y los planetas giraban todos alrededor de un fuego central oculto por una contra tierra.
De acuerdo esta teoría, la revolución de la Tierra alrededor de este centro cada 24 horas explicaba los movimientos diarios del Sol y de las estrellas.
Entre los dos anteriores en el tiempo, se lanza la visión de Anaximandro, que creía que la Tierra era cilíndrica, aplastada, que estaba aislada en el centro de un Universo esférico, sosteniéndose, por sí misma (anteriores teorías decían que la Tierra estaba suspendida sobre columnas o sobre elefantes.).
Las razones de que se sirve para justificar su teoría indican una gran capacidad de reflexión. Explica primero que el apoyo es más difícil de imaginar, ya que, si existiera, necesitaría sujeción sobre otros y así sucesivamente, con lo que tendríamos una cadena infinita de soportes, y, después, que la Tierra se mantiene en el centro del Universo porque no tenemos razón para suponer que se mueva en una dirección determinada, dado que ninguna de ellas es preferente. Para Anaximandro, las estrellas eran fuegos fijos en la gran esfera celeste que gira alrededor de la Tierra.
El estudio griego de los movimientos planetarios estaba en marcha y ya no iba sino a fructiferar.
Retomando a Pitágoras, crea una sociedad científica con características especiales, sus fines culturales se mezclan con sus intenciones políticas.
La escuela pitagórica desarrolló las matemáticas con una elegancia no conocida hasta entonces y llegó a dar al número un carácter pseudodivino.
Una de sus tesis fundamentales, base del ‘idealismo’, es que el mundo de los sentidos es imperfecto y, por tanto, debe ser despreciado frente al mundo de la mente, será ampliamente defendida por Platón.
Su astrónomo más importante, Filolao, 450-400 a. c, creía que el Universo es esférico, formado por un fuego central invisible, alrededor del cual, girando en esferas concéntricas, se encuentran: el Sol, una esfera de vidrio que recoge las radiaciones del fuego central, la Tierra, la Luna, los cinco planetas conocidos y las estrellas, fijas en una gran esfera, junto con un nuevo astro no observable por el ojo humano, llamado Antitierra.
Creada debido a que necesitaban completar el número de esferas concéntricas de modo que fueran diez, por ser el diez, 'tetraktys', el número triangular perfecto.
Investigaron la relación que existe entre la longitud de una cuerda y el tono, o la altura del sonido, que produce al vibrar, lo que les llevó a suponer que los radios de las esferas están en razones numéricas sencillas, produciendo los planetas en su movimiento una música placentera que no oímos por estar acostumbrados a ella dado que los escuchamos desde que nacemos.
De ello parte su ‘armonía de las esferas’, esencia del pensamiento pitagórico del Universo, una idea basada en el principio de la armonía universal. Pitágoras había descubierto que el "tono” dependía de la longitud de cuerda, y que los intervalos entre notas de la escala musical que suenan agradables al oído corresponden a relaciones numéricas simples entre las longitudes de las cuerdas. Este descubrimiento lo entusiasmó, el logro de cuantificar una experiencia humana era suyo.
Surge toda su filosofía: si la armonía musical se reducía a números y los números, a su vez explicaban el cosmos, éste es armonía.
Sus especulaciones sobre la 'armonía de las esferas' estuvieron presentes durante más de diez siglos en innúmeros astrónomos, como el mismo Kepler.
Teniendo como base el ‘modelo geocéntrico’, Eudoxo (408-355 a.c.) fue el primero en concebir el universo como un conjunto de 27 esferas concéntricas que rodeaban la tierra, la cual a su vez también era una esfera.
Platón y Aristóteles mantuvieron el sistema ideado por Eudoxo agregándole esferas, mas de cincuenta y cinco, en cuyo centro se encontraba la tierra inmóvil.
Siguiendo en este avance astronómico por los propios griegos, como original observador de los cielos, se encuentra Aristarco de Samos (310-230 a.c.). Hizo el primer intento en medir la distancia entre la Tierra y el Sol.
Ptolomeo lo mencionará como un concienzudo observador de los solsticios y equinoccios.
Comenzó a medir la distancia y comparar los tamaños relativos en la cosmología. Explicó los movimientos de rotación y traslación terrestres. Dedujo que la orbita de la Tierra se encuentra inclinada. Amplió, equivocadamente no obstante, el tamaño del universo conocido. Dedujo que el Sol era una estrella más de las que se observan en el cielo.
Creía que los movimientos celestes se podían explicar mediante un modelo en el que la tierra gira sobre su eje dado una vuelta completa cada 24 horas y que esta en conjunto con los demás planetas giraba en torno al Sol.
Este modelo fue rechazado en la época por la mayoría de los filósofos griegos, que contemplaban a la Tierra como un globo inmóvil alrededor del cual giraban los objetos celestes, los cuales al parecer, eran más livianos.
Fue el primero en promulgar la teoría heliocéntrica, si bien el modelo ‘geocéntrico’, que mantuvieron con férrea convicción, permaneció inalterado unos 2.000 años.
En oposición al método 'idealista' pitagórico de subordinar las teorías científicas a las concepciones filosóficas o religiosas, despreciando la observación y la experimentación, surgen los primeros 'materialistas', cuyo representante más destacado, dentro del campo de la Astronomía es Anaxágoras (500-418 a.c.).
Afirma que los cuerpos celestes se formaron por condensación de una masa caótica. El Sol es un cuerpo incandescente y, por tanto, emite luz propia. La Luna es un cuerpo frío, sin luz propia, y la parte de ella que vemos iluminada es aquella que recibe la luz solar, lo que explica las diferentes fases con que se muestra a nuestros ojos.
Los eclipses de Sol se producen al interponerse la Luna entre el Sol y la Tierra, mientras que los de Luna son debidos a la sombra proyectada por la Tierra al interceptar los rayos solares, no llegando éstos a la Luna. Anaxágoras creía que había otros mundos habitados.
Al igual que los pitagóricos, no reconoce a la Tierra un lugar predominante en el Universo pero más aún, despoja de cualquier carácter divino a los cuerpos celestes (se producen por condensación de una masa caótica y es la Luna semejante a la Tierra).
Estas teorías resultan del total desagrado y le llevan a ser condenado a muerte y aunque logró abandonar la ciudad, vive en el exilio el resto de su vida.
En la cronología de la historia griega, acontece la Edad de Oro, tiempo en que las letras, la filosofía y la medicina alcanzaron niveles nunca antes vistos, no en cambio la Astronomía.
Ninguno de los grandes pensadores de la época, Sócrates, Platón y Aristóteles, contribuyó a su avance con ideas innovadoras o espectaculares. Sócrates parece no haberla tenido en gran estima. Aunque no se conserva ninguno de sus escritos, Jenofonte (historidor griego de la época) dice en su Memorabilia que "Sócrates recomendaba el estudio de la Astronomía, pero sólo para saber el tiempo de la noche, de los meses y del año”.
En esa línea de convicción, triunfa el 'idealismo' y con Platón (427-347 a. c.). Las observaciones tan pacientemente efectuadas por los babilonios o la comprobación de que las teorías se ajusten a la realidad pasan a un segundo plano, con lo que la física y la ciencia en general, con ello la Astronomía, sufrieron un importante revés.
Condenó cualquier estudio cuidadoso de los movimientos de los astros como "degradante", dignos de estudio sólo por su conexión con la geometría y porque los movimientos "reales" de los astros podían sugerir movimientos ideales de mayor belleza e interés. En La República, insiste en que la Astronomía es "útil para proporcionarle al agricultor, al navegante, y a otros, un conocimiento de tiempos y estaciones”. En el Timeo, llama a la Tierra "guardián y artesano del día y la noche", lo cual podría demostrar que conocía su movimiento de rotación, si bien, en una obra tan considerable como la de Platón, sería de esperar que apareciera en algún otro lugar tal consideración.
No hay duda, en cambio, en lo que se refiere a sus ideas sobre las órbitas de los planetas. En lugar de estudiar los tipos de movimientos que siguen los planetas basándose en la observación, se parte de que estos movimientos tienen que ser regulares y, por tanto, hay que estudiar las combinaciones de movimientos circulares, uniformes y ordenados que deben seguir, por su ideal de perfección.
Las estrellas son eternas, divinas e inmutables, giran alrededor de la Tierra siguiendo una trayectoria circular que completan en veinticuatro horas.
La Tierra está en el centro del Universo y debe ser esférica e inmóvil. Esta idea, fue su única contribución astronómica para la posteridad, poco fructífera como base de la ciencia y, falsa.
Pero sirve en tanto que Platón es acogido en las siguientes épocas de la historia de la Astronomía. Su teoría física, como la teoría del movimiento planetario, es inteligible solamente en razón de concepciones metafísicas previas y específicas (por ejemplo, que postulan que los cuerpos celestes deben ejecutar movimientos perfectos.).
Sólo durante los siglos XVI y XVII, después de grandes luchas, esta teoría comenzará a ser abandonada en favor de las ciencias experimentales.
Esta idea directriz, que Platón no extendió más allá de la Astronomía y que fue, en parte, deducida de la escuela de Pitágoras, fue una sugerencia atesorada que reaparecerá cuando Kepler y Galileo lleguen a dar forma a su ciencia experimental.
En el siglo IV a. c. merece ser destacado Eudoxo, discípulo de Platón. Ajustó, en la medida de lo posible, el modelo de su maestro al movimiento de los planetas. Asignó una serie de esferas a cada astro. Cada esfera, centrada en la Tierra, poseía un movimiento de rotación uniforme y la combinación de éstos arrastraba al astro produciendo una curva que denominó 'hipópeda', semejante a la descrita en realidad por los planetas.
Su sistema se componía en total de 27 esferas: una para todas las estrellas, cuatro para cada planeta y tres para el Sol y la Luna respectivamente.
En la segunda mitad del siglo IV a.c., Heráclides simplifica el sistema de Eudoxo suponiendo que Mercurio y Venus giran alrededor del Sol y que la esfera de las estrellas permanece quieta, siendo la Tierra la que gira en un período de veinticuatro horas alrededor del eje norte-sur. Estas afirmaciones no fueron reconocidas en su tiempo.
El último de los filósofos de la Edad de Oro fue Aristóteles (384-322 a.c.). Fiel seguidor de las ideas de su maestro Platón, terminó por apartarse y fundar su propia escuela de pensamiento, el Liceo aristotélico desterró por completo los tabúes platonianos, sobre todo los relativos a la investigación de algunos aspectos de la física y a la enseñanza de las teorías materialistas.
Su introducción de la observación y la deducción, incluso experimentación, como únicas bases sólidas del conocimiento permiten considerarlo, en cierto sentido, como el fundador de la ciencia moderna. Su obra abarca de retórica a biología, de política a metafísica, contribuyendo significativamente a casi todas las ramas del saber. Pero en Astronomía resultó más un recopilador que un innovador.
Aristóteles inauguró toda una nueva perspectiva de la visión cósmica, formalizando el modelo astronómico, contra el astrológico.
En el modelo aristotélico lo celestial pertenecía a la perfección -"cuerpos celestes perfectamente esféricos moviéndose en órbitas circulares perfectas"-, mientras que lo terrestre era imperfecto, dos reinos opuestos. Defendía la teoría geocéntrica para desarrollar sus postulados.
Aceptó el modelo de esferas para las órbitas planetarias y construyó el suyo propio, añadiendo 22 esferas, para hacer un total de 56, a los modelos anteriores.
Argumentó a favor de la redondez de la Tierra, explicó correctamente las fases de la Luna y, en su Tratado del Cielo, citó, pese a no decir de dónde lo tomaba, el dato más antiguo que poseemos sobre las dimensiones de nuestro planeta: 400.000 estadios de circunferencia que, a 157 metros por estadio, dan casi el doble del valor real.
Estas opiniones, como toda su filosofía, no son ajenas a los trabajos en biología, en los que desarrolló un método inductivo, comparando y generalizando en lo posible los resultados obtenidos.
Trabajar así es lento y laborioso (sirva recordar que los babilonios llegaron a predecir los eclipses basándose en datos recogidos a lo largo de los siglos).
Lamentablemente para la Física y la Astronomía, con Aristóteles que, como todos los filósofos griegos, ambicionaba explicar todos los fenómenos, la especulación mitiga prácticamente toda su labor en esta área.
Pese a ello, y puede decirse que en perjuicio de la ciencia, la influencia aristotélica perduraría más de dos mil años, aunque no es imputable a este gran filósofo, sino al dogmatismo y falta de espíritu crítico que reinó durante la Edad Media, en que si un hecho no aparecía en textos de Aristóteles había de ser falso.
El siguiente paso, o necesario desarrollo, para el progreso de la Astronomía, acontece en la Geometría.
(SIGUE en Grecia II)